El ritmo en la ciudad es abrumador y ensordecedor, como los motores de combustión. Empezaré hablando de mi vida en Madrid. En cuanto suena el despertador por la mañana, me levanto con prisas, pero torpe, quiero ir más rápido de lo que mi cuerpo me permite. Llego al gimnasio, entreno rápido, estiro 5 minutos, me ducho y seguido voy al trabajo. Tras la jornada laboral cuando llego a casa estoy tan cansado y es tan tarde que estoy deseando meterme en la cama, pero… ¡Oh!¡ Mierda! Aún me queda hacer la cena y preparar la comida para llevar mañana al trabajo…
Esto que he descrito es a lo que me refiero. Es algo que he observado muchas veces, pero esta mañana mientras conducía mi moto camino al trabajo, en el atasco vespertino, viendo las burradas que hacemos al volante… lo vi claro. El motor de combustión guarda muchas similitudes con el ritmo de vida que tenemos en la sociedad actual. En contraposición, encontramos similitudes entre el motor eléctrico y una vida tranquila, equilibrada, o si lo prefieres llámala “Zen“, pero no por ello menos activa cuando se le exige.
La verdad es que siempre me pasa lo mismo. Después de conducir mi Tesla Model S 75, cojo mi moto de 500 cc de combustión y se repite esta sensación: “qué ruido hace para lo poco que corre“. Por no hablar de olores y contaminación. La cuestión es la semejanza que guarda con “la vida en la capital“.
Sólo rendimos al máximo a unas revoluciones u horas concretas. Cuando nos levantamos o acabamos la jornada casi no rendimos, al igual que a bajas vueltas o altas vueltas no rinde un motor térmico de un vehículo tradicional. Además, en esas horas centrales en las que rendimos hacemos mucho “ruido“, dando sensación de mayor efectividad. Sin olvidar que cuanta más actividad tenemos más emisiones generamos; cuanto más parados estamos menos contaminamos.
El motor eléctrico es totalmente diferente. Es silencioso, le da igual que hayas arrancado o estés pisando el acelerador a tope. No hay un momento del día en el que rinda más que otro, en cualquier momento puede ofrecer el máximo par. Siempre está disponible. Pero no sólo eso, en un eléctrico levantas el pie del acelerador y la frenada regenerativa empieza a hacer su función. Nuestra vida es atolondrada, con agobios y prisas. Nos aceleramos para poder seguir el ritmo al sistema y cuando tenemos que parar, o es demasiado tarde o tenemos que hacerlo bruscamente.
En un eléctrico puedes estar en movimiento (bajando un puerto) y no solo dejar de consumir energía sino que además la generas. Lo mismo sucede cuando alguien alinea su trabajo con sus dones y talentos: las horas pasan y rindes igual, sin sentirte siquiera cansado.
Y lo mismo sucede si hablamos de viajes, con un eléctrico vas tranquilo, cada dos horas tendrás que parar a cargar el coche. Con un coche de combustión no sería necesario, lo cual es perfecto para el esquema de vida que llevamos.
Si pensamos en los mantenimientos tendríamos el mismo símil. Con tanto ajetreo vamos por ahí sin pensar en nosotros mismos, comemos de todo, bebemos de todo, enfermamos, estamos cansados, irascibles… finalmente tenemos que ir al médico. Una persona equilibrada, que se escucha y sabe lo que quiere no abusa de la comida, no enferma, o lo hace con menor frecuencia. No hay nada mejor para la salud que la coherencia entre lo que pienso, siento y hago.
¿Alguna vez te has parado a pensar en el ritmo que llevamos cada día? ¿Tiene sentido? Somos trabajadores enmascarados como esclavos del sistema. Pues no hay mejor esclavo que aquel que no es consciente de que lo es. Entonces nos encontramos con situaciones como las siguientes: padres con hijos que son cuidados por sus abuelos; perros y gatos que se pasan 12 horas o más solos en casa esperando a sus amos; hijos “educados” (yo diría adoctrinados) con horarios de trabajo en la escuela. Y un montón de herramientas tecnológicas que creemos que sirven para algo, pero que únicamente sirven para no pensar cuando llegamos a casa.
Finalmente para una hora que tenemos para compartir con nuestra familia y allegados en vez de aprovecharla, la utilizamos para desconectar de todo y no pensar. O peor aún, para pensar en un momento diferente del presente. Enciendes la TV, ves vídeos en la tablet, escribes whatsapps… Llevas todo el día acelerado sin tener tiempo para pensar en ti, de modo que cuando tienes tiempo, ya no sabes hacerlo. No lo has hecho nunca. Así que usas la tecnología para cubrir ese vacío y no sentirte solo.
“Tenemos mucho que aprender del vehículo eléctrico“.
4 Comentarios. Dejar nuevo
Bonita reflexión para que todos tomemos consciencia de lo que hacemos y de cómo queremos vivir
Por un lado no quiero tirar la toalla, porque la manera de vivir autosuficiente da felicidad.
Por el otro lado me desespera la inactividad de la mayoría ( “del lecho al hecho hay muuuuuuuuuucho trecho”).
Convencí a un amigo de poner placas de 300 vatios con inversor etc. en su casa. Coste total: 1500 €. Ahora están peleados, su mujer dice que esta “adoctrinado” de su amigo alemán loco.
Dinero malgastado, del coche eléctrico, ni pensar.( Destrucción de la sociedad).
un saludo, a pesar de todo, positivo 🙂
En España todo va muy lento Christof. No desesperes.
Si los paneles solares funcionaran con vino y jamón seríamos imbatibles.
http://www.lavanguardia.com/natural/20180528/443823310640/ecogallego-energia-renovable-solar-crece-todo-el-mundo-menos-en-espana.html?facet=amp
MARÍA DOLORES PRADERA funcionó a base de arte y diversión.
LA ÉPOCA SOLAR empezó a funcionar en España.
¿ ¿ Porque, lo más avanzado, humano y divertido tiene que morir ? ?
Después de un minuto de silencio, volveré a tratar de ser optimista.
Un saludo