

La movilidad eléctrica supone un cambio de actitud con respecto a la vida, pues choca con el modelo de vida que llevamos donde el tiempo juega un papel fundamental. Este artículo va dedicado a aquellas personas que piensan que circular más rápido y ganar unos minutos en un viaje va a cambiar su vida. Y también para aquellas que piensan que parar 30 minutos cada 200 km a cargar un vehículo eléctrico es perder el tiempo y no va con ellos. En resumen, este artículo es para que reflexionemos todos los que pensamos que nuestra vida pende de un hilo que se llama tiempo.
Cuántas veces en nuestro día a día pronunciamos palabras o expresiones del tipo: “No tengo tiempo”, “Me faltan horas en el día”, “Mejor lo dejamos para mañana”, o mi favorita “No me da la vida”.
Me llama la atención cómo el tiempo es tan subjetivo, hay momentos que consideramos que nos falta y en otras ocasiones se hacen eternos los minutos. Si te das cuenta esa percepción es totalmente subjetiva y relativa a “cómo vivas lo que te sucede”. Si todos los días tienen las mismas horas y los mismos minutos, entonces debería durar igual uno y otro instante. Sin embargo no es así, y consideramos que el tiempo que estoy parado en un atasco es eterno, mientras que el tiempo de vacaciones es muy corto.

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Siempre tenemos la misma sensación, el tiempo es huidizo y se nos escapa de las manos. Y por más que queramos, no lo podemos atrapar, pausar o almacenar. Te imaginas decir: “Voy a guardar la hora de espera en el médico para cuando llegue el domingo tener una hora más”. Son pensamientos únicamente propios en el hombre, nada más en la naturaleza trata de forma semejante el tiempo.
Imagina estar en la mente de tu perro: “voy a guardar las 5 horas que me quedo solo por la mañana para aprovecharlas a la tarde con mi amo durante el paseo que damos”. Esto no es así, tu perro disfruta el tiempo que está a tu lado, pero también disfruta del tiempo que está solo, ya sea durmiendo, lamiéndose una pata o mordiendo muebles. Tu perro lo que hace es vivir el momento presente, sin cuestionarse nada más. No se complica pensando “¿me llenarán el cuenco de la comida después del paseo? Es que estoy con un hambre voraz”. Cuando está en el paseo vive y disfruta del paseo, pero sin pensar en lo que sucederá después. Y cuando llega a casa piensa en la comida, pero no antes.
El ser humano es diferente porque nos creemos superiores al resto de las especies; para algo somos “Homo Sapiens Sapiens”. Pero contrariamente al resto de los seres vivos que hay en el planeta, vivimos en un mundo lleno de prisas que nos lleva a ir acelerados y creer que tenemos que controlar todo. Mientras, entre prisas y agobios la vida sucede. No dejamos espacio a la improvisación, pues improvisar implica actuar ante una situación no esperada en un momento no esperado. Y con nuestros “horarios impuestos” no hay hueco para ello. Vivimos bajo una presión coaccionada por nosotros mismos y el propio sistema montado alrededor, para asegurarnos “bienestar” y “seguridad”. Y aquí podríamos hablar de la educación que tenemos, que no promueve la creatividad y nos educa para ser mentes dormidas adiestrándonos en unos horarios similares a los de un trabajo desde muy pequeños. Pero si me lo permitís dejaré este tema para otro artículo.
Te habrás dado cuenta de que cuando queremos algo es porque consideramos que no lo tenemos. Si queremos “bien estar” es porque no lo tenemos, o porque tenemos miedo a perderlo y llegue el “mal estar”. Sin embargo ambas son las caras de una misma moneda, la vida. ¿O crees que tiene sentido querer vivir solo una cara? ¿Acaso elegimos una pareja sólo para los buenos momentos? ¿Verdad que no? Cuando elegimos pareja lo hacemos para compartir todos los momentos de la vida, tanto buenos como malos. Entonces ¿por qué nos empeñamos en luchar contra el tiempo u ocultar los momentos considerados como “malos”?
Tras ese control se oculta la inseguridad. ¿Qué quiero decir? Pues que tenemos miedo a encontrarnos con una situación desconocida. ¿Y si sucede algo que no espero? Entonces empiezan las preocupaciones, que no es más que ocuparse de algo antes de que suceda. En una conferencia le preguntaron a un monje budista: “Entonces, si usted ve a alguien que se quiere suicidar tirándose por un puente, ¿qué haría?” y el monje no contestó; pasado un rato el periodista insistió, a lo que él respondió “no lo sé, cuando viva esa situación lo sabré”. Y así es cómo vivimos, pretendemos tener todo tan atado que no dejamos espacio para nada. Pero la realidad es diferente. Para que me entiendas mejor pondré el siguiente ejemplo: por muchos conocimientos que tengas sobre cómo tratar un fuego, hasta que no vivas esa situación no vas a saber cómo vas a reaccionar. Por eso es que de las grandes crisis surgen grandes ideas.
¿Qué podemos hacer? Dejar a un lado las preocupaciones y controles, para pasar a vivir, simplemente vivir. La vida es mucho más sencilla de lo que la hacemos. Bajo el paradigma de “vivir la vida” hay espacio para la innovación, la creatividad, la imaginación… aspectos propios de la naturaleza. Una planta no se preocupa por si mañana lloverá o no, simplemente vive. El ser humano debería actuar igual, viviendo el momento presente, siendo consciente y responsable de sus actos, pues estos tendrán consecuencias en su mañana.

The electric light did not come from the continuous improvement of candles
Todos los días salgo de casa camino al trabajo tranquilo y relajado, hasta al llegar al típico atasco matutino en el que siempre hay alguien dispuesto a “fastidiarme el día”. Y empiezan a cruzarse coches, a meterse indebidamente, saltarse cedas, líneas continuas o “empujarme” por acercarse demasiado. Y entonces pienso: “Si voy guardando la distancia de seguridad, por mi carril y no me he metido con nadie, ¿por qué tienen que meterse delante y hacerme frenar bruscamente? ¿No ves que vamos todos a la misma velocidad? ¿Y que si no guardo la distancia de seguridad podemos tener un susto? Si yo he salido tranquilo de casa… ¿por qué me obligan a circular a un ritmo que no va conmigo?” En ese momento me paro y miro fijamente mis sentimientos y me pregunto, ¿tiene sentido lo que siento? ¿acaso el otro puede hacerme sentir rabia, ira o miedo por algo que haya hecho él? ¿O soy yo el que le ha dado poder al sentimiento que tengo? Y debido a que he cedido ese poder, he generado un pensamiento de voy a actuar de tal o cual modo para vengarme porque es injusto.
Es curioso cómo cambia la gente al volante de un coche, o mejor dicho: no es que cambiemos; es que mostramos cómo somos realmente. Ante una situación inesperada el coche nos facilita mostrar ese lado “oculto”. Lado que en ocaciones has tratado de ocultarte a ti mismo y a los demás. Vamos al volante como si estuviésemos en una competición y hasta llegas a un semáforo en rojo y estás pensando “¡verde, verde, verde…! !qué se ponga verde ya!”
Entonces te das cuenta de cómo vamos por la vida, con el tiempo pegado, como si adelantar un coche en un atasco o circular a más velocidad de la permitida fuese a cambiar algo, o si esperar 30 segundos en un semáforo significasen la vida o la muerte. Es absurdo, pero es así, parece que “nos va la vida en ello”.

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En qué momento hemos saltado de un estado a otro, en qué momento hemos dejado de ser lo que somos para convertirnos en nuestra “sombra”. La cuestión no es ser tu sombra; la cuestión es que no comprendes que esa sombra también eres tú. Si tú desde tu luz comprendieses tu sombra, y te dieses cuenta de que no hace más que hablar sobre ti mismo, del tiempo que quieres dedicarte y no te dedicas, de los planes que tienes y estás demorando, de la impaciencia que tienes… Si fuésemos capaces de observar esos sentimientos sin dejarnos llevar por los mismos. Porque los sentimientos al igual que los pensamientos no son ni buenos ni malos, simplemente son y están para vivirlos. Si sientes ira al ser cerrado en tu carril por otro coche, te estás dejando llevar por un sentimiento que has tenido al observar e interpretar esa acción como un ataque. Reconoce ese sentimiento, pues no es ni bueno ni malo. Eres tú, como individuo, el que lo has considerado como malo y un ataque contra ti. Y por si fuese poco, si no somos conscientes en este punto, lejos de frenarnos, seguimos la bola hasta el punto en que creemos que tenemos derecho a defendernos. Y entonces llegan los acelerones, los insultos, los gestos, las maniobras peligrosas… ¿Conoces algo en la naturaleza que actúe del mismo modo? No existe, es un comportamiento que sólo se encuentra en el ser humano; sí, ese mismo que se considera “racional” y “humano”.
Mientras sigamos en este paradigma estaremos lejos de ver viable viajar en vehículo eléctrico porque puede suponer reducir mi velocidad para asegurarme llegar a destino, o porque quizás tenga que parar 30 minutos a cargar el coche cada dos horas o porque temo no encontrar un punto de carga. No obstante, por mucho que reniegues del vehículo eléctrico por estos motivos, no dejas de estar sujeto al mismo efecto en forma de agobios, prisas, acelerones, impaciencia, controles, inseguridades… pues… “nos va la vida en ello”
5 Comentarios. Dejar nuevo
Muy buena reflexión.
Gracias de nuevo por tus artículos.
No lo podrías haber dicho mejor. ¡Lo has bordado!. Claro que observemos cómo incluso leyendo el artículo nuestra mente reacciona y encuentra razones “lógicas” para reaccionar como “siempre”, incluso justificándonos con frases hechas como “de la teoría a la práctica va un trecho “… pero recordemos que esta forma de reaccionar de “siempre “ no es necesariamente la forma óptima de reaccionar, ni la más efectiva. Hay que hacer un esfuerzo para salir de ese círculo de reacciones automáticas… y ¿por qué? Porque es mejor para uno mismo y llegar a la tan anhelada felicidad
100% de acuerdo : )
Yo lo llamo “CAMBIO DE PARADIGMA” ¿ Qué tiene que ver la filosofía y la política con la energía solar ? Son los factores que forman la vida. Estamos adoctrinados a pensar como algunos animales que practican el efecto del gen ALPHA (leones machos matan a la cría de las leonas para implantar su propia cadena de genes).
Muchos de nosotros suben con un todo terreno al monte para practicar senderismo.
Con el mismo vehículo de 3 toneladas llevan su hijo al gimnasio donde entrena con una bici estática,en vez de ir directamente con la bici al colegio. Vamos a 160 km/ a un sitio
(¡ MULTA!) para perder el tiempo ahorrado contando nuestras aventuras automovilísticas.
Podríamos ser más felices contando cuánta energía ahorramos, cuánta agua reciclamos, aparatos rotos que arreglamos y reutilizamos y cómo hacemos mas eficiente el consumo necesario. ¿ Porqué la sociedad del bienestar es la más infeliz ?
¡ Porque no cambiamos de paradigma !
+1000. Me ha encantado sobretodo el punto de no dejar que esos sentimientos te dominen. Como se dice en el poema “Invictus” que da título a la película:
Soy el amo de mi destino
Soy el capitán de mi alma
Nadie ni nada puede cambiar tu estado de ánimo salvo tú mismo; y si alguien lo hace, es porque tú le has dejado hacerlo. Todos los días llevo conmigo una cruzada de positivismo, intentando contagiarselo a todo el mundo a mi alrededor. Be positive my friend!!!!! ????
Buenísimo Emilio, completamente de acuerdo contigo. He disfrutado muchísimo con este artículo. Gracias por ello.
Y es que a veces hacemos las cosas que parece que “se nos va la vida en ello”.
Tan solo si nos parásemos un instante a reflexionar un poco sobre nuestros actos, nos daríamos cuenta de lo subjetivo que es el tiempo, al volante y en cualquier aspecto de la vida. (El VE es un claro ejemplo de cómo poner a prueba nuestra paciencia, cualquier vehículo en realidad)
Un saludo. Y sigue así, creando consciencia 😉