En octubre de 1973, el mundo occidental tuvo que despertar bruscamente del sueño del petróleo infinito y barato, pues los países de la OPEP castigaron a los aliados de Israel en el conflicto del Yom Kippur. Fue la primera crisis del petróleo, y el primer evento en tiempo de paz que lanzó este mensaje: hay que ir buscando eso de la independencia energética de las naciones para evitar disrupciones.
España no fue ajena a ello, aunque las medidas para reducir el consumo de combustible no fuesen tan duras como en otros países de nuestro entorno. Quedó claro que, cuando las naciones dependen de potencias extranjeras para conseguir energía, pueden quedar de rodillas a nivel económico como los precios se disparen, y el petróleo llegó a costar más del triple de lo acostumbrado.
En la actualidad, España es un país que avanza con paso firme hacia la independencia energética, con una potencia instalada renovable del 63% (78,8 GW) y una generación eléctrica del 60% (441,7 GWh) con recursos que nuestro país tiene, sin comprar fuera. Además, el 85% de la generación eléctrica se considera libre de emisiones, 609,7 GWh. Esos datos vienen de Red Eléctrica Española y corresponden al día de hoy.
De hecho, tenemos tanta energía renovable, que literalmente nos sobra. Hoy está programado que España compre 12 GWh de energía de nuestros vecinos, pero vamos a venderles 74 GWh, por lo que sale un saldo a nuestro favor de 62 GWh. Es una barbaridad, y es de máxima actualidad. Pero también hay que recordar que hay cosas que, decididamente, no estamos haciendo bien.
De acuerdo a los datos de la patronal ANFAC, de enero a mayo de 2024, se han matriculado 49.077 vehículos electrificados, apenas un 1,2% más que en el mismo período de 2023. Suponen el 9,48% del mercado total, cifra que ha caído 0,7 puntos porcentuales respecto a la cuota de mercado del año pasado. Dicho de otra manera, en términos absolutos son más, en términos relativos son menos.
“Electrificados” significa enchufables, lo cual incluye a híbridos enchufables o PHEV. Si los sacamos de la ecuación, y hablamos de vehículos 100% eléctricos, van 25.882 unidades, un 0,31% más que el año pasado, pero en términos de cuota son menos, ahora el 4,48%, y el año pasado el 4,87%. Aislando los datos de mayo de los del resto de meses, las matriculaciones de eléctricos han subido de 5.082 a 5.187 unidades, un 2,07% adicional.
Dado que los vehículos eléctricos se pueden recargar fundamentalmente con energía libre de emisiones y que nuestro país no tiene que comprar en el exterior, cuantos más haya, más independientes seremos a nivel energético respecto a terceros países. Seguimos importando un petróleo y un gas que no tenemos, y eso le cuesta dinero al país. Mucho dinero.
El Gobierno de España suele sacar mucho pecho cuando habla de las energías renovables, mientras nuestro parque automovilístico se hace libre de emisiones a un ritmo muy lento respecto a países de nuestro entorno. Lo hemos comentado más de una vez, y las políticas gubernamentales para favorecer el aumento del parque móvil eléctrico están siendo un fiasco.
No todo lo que rodea a las energías renovables es tan bonito, como la burocracia necesaria para poner grandes explotaciones en marcha, el impacto medioambiental de granjas solares, molinos eólicos o presas, la responsabilidad patrimonial del Estado con inversores -que vamos a pagarla todos-, desinformación interesada en pro de energías fósiles o la nuclear, etc.
Mientras seguimos esperando la aprobación de la Ley de Movilidad Sostenible y, por extensión, un marco normativo y jurídico que quite miedos a inversores y usuarios, España sigue tirando dinero todos los días en la importación de hidrocarburos. Sí, existe la posibilidad de producir combustibles sintéticos y renovables, los llamados e-fuels o, siendo más finos, combustibles PTL (power to liquid).
Existir, existen, pero su producción es ridícula en comparación con el consumo del país. Según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES), en 2022 nuestro país produjo un millón de toneladas de crudo (tenemos algo, pero muy poco), y tuvimos que importar 63.692 millones de toneladas. Tiramos más de 1.760 millones de toneladas sólo en pérdidas de refino.
Cierto, 2022 fue un mal año debido al repunte de la energía por la guerra en Ucrania. Si consideramos el saldo neto de importación (es decir, consideramos lo que hemos vendido al exterior), España palmó unos 56.391 millones de euros en balanza energética, prácticamente el doble que en 2021, y más del triple respecto a 2020 -cuando nuestra demanda estuvo muy restringida por el confinamiento y la pandemia. 56.391 millones de euros equivalen a 154 millones de euros DIARIOS.
Que en España haya más vehículos eléctricos aprovechando la energía renovable, que cuando ni se consume ni se exporta la estamos “tirando”, debería convertirse en una prioridad respecto a otras cuestiones. Pero nuestro gobierno está a otras cuestiones. Esto no es tan importante.
En vez de apostar por medidas que reduzcan el déficit nacional (más de 1,6 billones de euros), se apuesta por lo contrario, engordar nuestra deuda y más dinero perdido en intereses. Sólo hablando de deuda pública, entre abril de 2024 y abril de 2023 cada español debe (debemos) 1.228 euros más. ¿Y cuánto debemos en total? Más de 33.183 euros por cabeza.
¿Hay alguien al mando? Pues no lo parece.