Muchas veces, en el afán del ser humano por monopolizar el mercado y ser el primero en llegar, nos encontramos con situaciones muy dispares calificadas en ocasiones como éxitos y otras como fracasos.
Vivimos en un sistema en el que la competitividad es uno de los pilares del éxito, y resulta que muchas veces en esa lucha por copar el mercado todo sirve, y ahí es donde el ser humano vuelve a perder lo que en teoría le define, humanidad.
Parece lógico que en los inicios de cualquier proyecto haya trabas, tropiezos, patinazos e incluso equivocaciones, lo importante es aprender, mejorar y sobre todo ser consciente del porqué y el para qué está sucediendo esto. El error no existe en el aprendizaje, pues un error no aprendido se repite, y del error aprendido se crece. Por tanto, todo es aprendizaje.
Si observas lo que describo a continuación te darás cuenta de que esas mismas trabas las ponemos nosotros mismos inculcados por un sistema que nos ha llevado a esa competitividad. El ser humano detesta el éxito del otro porque cree que va en detrimento de uno mismo. Y no digamos si además ese éxito no sigue los baremos establecidos. Entonces entra en juicios y descalificaciones por el proyecto que lleva. Recordemos las opiniones vertidas sobre las cuentas de Tesla, las opiniones que aún se vierten por los vehículos eléctricos o incluso la entrevista que le hicieron a Saúl López hace unos días en Europa FM.
Esto no tiene sentido; juzgamos algo por no seguir un esquema que consideramos correcto. Sin darnos cuenta de que ese esquema es subjetivo a la percepción de uno mismo. Del mismo modo que un mismo modelo de coche no tiene por qué ser valorado igual por personas diferentes.
Tras el fracaso, lejos de esa meta de éxito, la sociedad en la que vivimos nos lleva a volver al mismo círculo sin salida en el que si no corres no llegas a tiempo y si no llegas estás fuera. Y nadie se quiere quedar fuera del sistema, porque estar fuera implica no formar parte de eso con lo que te identificabas. ¿Te imaginas no poder ser de tu equipo de fútbol? ¿o incluso no poder pertenecer a tu país? Nadie quiere perder su seña de identidad, porque en tal caso dejas de saber quién eres. Y no sabemos definirnos si no es en base a unos orígenes, familia, estudios o ideas. Si te quitan eso, ¿qué te queda? ¿con qué conceptos te describes? Por ello se torna difícil salir de este círculo que tan bien montado tiene el sistema. Porque salir del mismo nos pone en una situación de miedo e indefensión ante lo que esté por llegar. Bajo este paradigma ya sólo nos queda aceptar, vivir y respetar al prójimo.
El miedo a salir o sentirnos fuera de esa zona de confort nos lleva a realizar sucesivas afirmaciones, principalmente porque lo que repetimos como un mantra lo terminamos sintiendo como nuestro y finalmente nos lo terminamos creyendo. Y entonces llegan las discusiones absurdas porque algo que creemos propio nos lo pisan, arrebatan o incluso sentimos como un ataque. Ya sea la división de mi país o una opinión en contra de los vehículos eléctricos. Y claro, ¿qué sucede si mi seña de identidad es atacada o se rompe? Nos hemos identificado con un símbolo o idea hasta tal punto de que nos creemos que él y yo somos lo mismo. ¿Absurdo, verdad? Y lo peor de todo es que nos estremecemos al ver quemar una bandera, porque creemos que es parte de nosotros, como si una parte de mí se quemase en esa hoguera. Porque el fuego, aunque no te hayas dado cuenta, también es un símbolo. Y no nos damos cuenta de que todos esos símbolos no son reales ni naturales, esos símbolos los ha creado el hombre. Símbolos que en su momento puede que tuviesen sentido para la “evolución”, pero a día de hoy poco o nada tienen que aportar. Por tanto, pregúntate ¿qué sientes cuándo critican a tu equipo de fútbol? ¿tú país se separa? ¿critican la movilidad eléctrica? Cuando notes ese sentimiento, identifícalo, toma consciencia de ello y cuestiónate si tiene sentido.
Llegado este punto, llama la atención cómo el ser humano se cree más evolucionado que el hombre de Neanderthal o el Homo Sapiens Sapiens en sus orígenes, y todo porque en aquellos momentos no sabían o apenas estaban aprendiendo a hablar y ahora sabemos comunicarnos, aunque lo hagamos con el teléfono móvil. ¿Qué quiero decir? Que medimos nuestra evolución en base a la tecnología que usamos. Esto no tiene sentido, pero es así, han pasado miles de años y siguen existiendo guerras, conflictos y clases. En este proceso de evolución ¿dónde quedó la consciencia?
Cuando el ser humano creía que la tierra era plana, a cualquiera que decía lo contrario se le criticaba y condenaba, cuando alguien iba en contra de la religión o el sistema aparecía la Inquisición. A día de hoy tampoco ha variado mucho pues cuando alguien tiene una idea contraria a las de otro sucede casi lo mismo, da igual que sea de fútbol, política o movilidad eléctrica. Quizás no se le condena físicamente como con la Inquisición, pero sí se le juzga y se hace lo posible por expulsarle del mercado. Tras esto, lo que se oculta es un sentimiento de miedo a perder tu identidad. Esto demuestra lo que ha avanzado la consciencia de la humanidad en los últimos 200.000 años, pero a pesar de eso nos seguimos considerando evolucionados y miramos por encima del hombro a otras especies o generaciones, cuando en realidad estamos actuando igual. Esto debería hacer replantearnos la vida y la forma que tenemos de entenderla.
¿Y qué podemos hacer? Ser conscientes de nuestra vida, cuestionarnos lo que se nos plantea y vivir con honestidad, coherencia y respeto.
4 Comentarios. Dejar nuevo
Tenemos un sistema muy arraigado, con unos intereses muy marcados, pero que no dista tanto ya sea de la edad media o de la antigüedad, pues los ricos siempre se hacen más ricos y los pobres serán más pobres.
Como bien dices, esta sociedad parece haberse acostumbrado a juzgar al prójimo por pensar diferente, pero por otro lado, no nos damos cuenta de que la evolución se basa en avances en los que a alguien se le ha iluminado la bombilla, y le ha dado por pensar diferente!
Imaginate en la edad media hablando de unos artefactos que nos transportarán de un lado a otro…. sacrilegio!!
Por qué estando en el siglo XXI, aún nos cuesta tanto aceptar un cambio hacia un tipo de movilidad sostenible???
Gracias Emilio por tus artículos y por ayudar a despertar mentes.
cuánta razón , lo suscibo al 100%. Echarle un vistazo al paradigma de los cangrejos:
https://www.youtube.com/watch?v=0RQ1tLJJ-Bs
Muy interesante el vídeo, desconocía ese comportamiento de los cangrejos.
En el caso de los humanos es el miedo lo que nos limita, creer que si algo va mal, vamos a fracasar y si fracasas crees que dejarás de saber quién eres: “¿Qué será de mí?”
Pero la realidad es que tanto los fracasos como las oportunidades y decisiones que tomamos en el día a día son los que realmente nos ayudan a descubrirnos y conocernos a nosotros mismos.
Hola Emilio,
pienso igual que tú pero quiero añadir que la palabra “tecnología” está mal empleada.
En realidad estamos hablando de técnica(vivo en una casa, nó en una arquitectura).
Respóndeme por favor porque no tengo ni quiero redes sociales.
larumbabuenaarrobaweb.de