¿Dónde están los puntos de recarga?. Una queja recurrente de los reticentes a la movilidad eléctrica es la percepción de que no hay dónde cargar los vehículos eléctricos. Como si no hubiéramos avanzado desde que las únicas opciones eran recargar en el garaje privado y apenas había puntos de recarga públicos -y que no siempre funcionaban. En fin, la gente que afirma que no hay dónde cargar coches eléctricos puede tener razón, pero sólo en parte.
El problema de la percepción de la falta de puntos de recarga es que los puntos no salen en una guía de cientos de páginas, como cuando tirábamos de guía telefónica para buscar un número. Están en distintas plataformas digitales, porque es un síntoma de la modernidad, y la guías en papel se quedan obsoletas de un mes a otro. Donde no están visibles -y deberían estarlo- es en la señalización de las carreteras, lo cual cambia mucho la percepción del usuario de si hay algo o no lo hay.
En mis viajes por toda Europa me ha sorprendido la facilidad con la que he encontrado puntos de recarga sin necesidad de usar aplicaciones o navegadores, por la simple razón de que me los iba encontrando en señales de tráfico, que igual que indicaban la proximidad de una gasolinera o una zona de descanso, indicaban un lugar donde poder recargar. Está bien confiar en la tecnología, pero también hay que tener un acceso “analógico” a dicha información.
El caso francés
Desde 2014 en Francia es obligatorio indicar la presencia de una estación de recarga para vehículos eléctricos, mediante la señal CE15i, al igual que se hace con las gasolineras. Hoy en día se puede, por tanto, encontrar frecuentemente esta señal fuera de las zonas urbanas. Cuando viajamos en autopista nos las encontramos en todas las áreas de servicio, pero también en autovías nacionales o departamentales.
La señal es muy sencilla y se entiende perfectamente, y si la estación de recarga para eléctricos se encuentra en un área de servicio donde también hay gasolinera, se ha previsto una señalización específica que combina ambas ofertas de distribución de combustible y de energía.
De esta manera, cuando circulamos por las autopistas francesas con un coche eléctrico, no hacen falta ni aplicaciones en el móvil ni un navegador en el coche que calcule la ruta incluyendo paradas planificadas para cargar. Podemos ir circulando hasta que el coche “entre en reserva” o estimemos que hemos llegado a un porcentaje de batería crítico, y entonces prestar atención a las señales del borde de la carretera.
En el primero donde haya indicación de salida para un área de servicio, veremos el cartel que indica, además de la presencia de surtidores de gasolina, área de descanso, aseos, tienda, restauración, la presencia de una estación de recarga para vehículos eléctricos, etc. Así es como debería ser en todos los países en Europa, que ya estamos en 2024.
Y en España, ¿qué?
Las señales que identifican los puntos de recarga próximos en una ruta, por existir, existen. Su denominación es S-105, e indican al automovilista si se acerca a un surtidor de combustibles alternativos -que por pura lógica son más escasos- o puntos de recarga. Y esta señal ya se encuentra en el Reglamento General de Circulación, incluso se habló de ella en la revista Tráfico y Seguridad Vial de la DGT.
Hablamos de legislación consolidada, es decir, está en vigor. La última modificación del RGC, o Real Decreto 1428/2003, de 21 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento General de Circulación para la aplicación y desarrollo del texto articulado de la Ley sobre tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial, aprobado por el Real Decreto Legislativo 339/1990, de 2 de marzo si nos ponemos formales, es del 23 de diciembre de ¡2021!
¿Es un problema de dinero? Sospecho que no. Hubo dinero para cambiar las señales de 120 a 110, y de 110 a 120 mediante pegatinas. Hubo dinero para poner en todas las vías convencionales señales de 90. Hay dinero para cambiar en algunas señales el género de los monigotes, hay dinero para poner los topónimos en lenguas cooficiales (aunque se lean igual), y hay dinero para avisar de controles de velocidad cuánticos -que pueden estar ahí, o no. Creo que es más un problema de voluntad política.
Los contribuyentes no tenemos de preocuparnos de quién es el responsable, si los ministerios, las Comunidades Autónomas, ayuntamientos o quien sea. Queremos soluciones, por eso pagamos impuestos. Al ciudadano corriente le puede parecer inexplicable que, habiendo soporte legal para esas señales hace más de dos años, sigan siendo un rara avis en pleno 2024.
Habrá un día en el que no haga falta usar aplicaciones para encontrar los puntos de recarga, ya que simplemente nos toparemos con ellos en nuestras rutas habituales, ya sean del día a día o en grandes escapadas. Habrá un día en el que no habrá que planificar, de la misma forma que ocurre hoy día con las estaciones de servicio, y que una simple señal puede aliviar la preocupación de los conductores cuando van cortos de autonomía.
Mientras ese día no llegue, todo esfuerzo que se haga en dar a conocer los puntos de recarga sólo puede significar algo bueno. Evitaremos que se concentre la demanda en sitios muy concretos –sobre todo en fechas sensibles de grandes desplazamientos-, se dará más confianza al que está dudando, se incentivará la actividad empresarial del ecosistema de la electromovilidad, y hasta puede beneficiar a pequeños negocios que estén alrededor de dichos puntos de recarga.
No sabemos quién tiene que hacer esto, pero le pedimos que lo haga. Y cuanto antes lo haga, mejor.
1 Comentario. Dejar nuevo
Pues sí, y añado, aparte de la señalización pública en las carreteras y autovías (que por cierto, en Portugal también está bastante desarrollada), se nota que las mismas empresas tampoco tienen gran voluntad. Las gasolineras tienen grandes estructuras con su logo y precios que se ven desde lejos. Los puntos de recarga están en muchos casos escondidos en esquinas, y por supuesto, sin ninguna referencia clara a su coste fuera de la app…