

Son muchos los youtubers que están contando su breve experiencia a los mandos del Model 3 Performance cedido por Tesla durante apenas seis horas. Saúl no ha volcado aún en internet su arsenal de vídeos sobre su flamante nueva adquisición. Pero los que no somos influencers también tenemos la oportunidad de probarlo durante al menos media hora, tal como contaba Emilio aquí.
He sido uno de esos pocos afortunados, así que voy a contaros mi experiencia, para cuando tengáis ocasión de probarlo, bien en vuestra zona, bien en Madrid o Barcelona. ¿Qué se puede hacer con un Model 3 Performance durante media hora?
Poco. Muy poco. Si seis horas se pasan volando, imaginad a qué sabe apenas media hora escasa.
Con todo, puedes aprovechar ese tiempo para ver lo que más te interese, ya que el personal de Tesla te deja libertad para curiosear por tu cuenta, e incluso elegir la ruta que quieras probar. Puedes apreciar la línea por fuera que, como todo el mundo dice, por muchas fotos que veas no le hacen justicia. También puedes comprobar las calidades de los materiales que no dan esa sensación de coche barato que tanto se le critica. Incluso puedes ver que las unidades europeas ya incorporan la goma del maletero que nos mostró Saúl hace unos días.

Model 3 Performance – Fotografía: Hugo C.C
Pero, eh, aquí hemos venido a jugar. Y el juguete concretamente es un Performance. Así que vamos a obviar esa pantalla con la que otros se distraen al sentarse y vamos a ponerlo en marcha.
El tacto del volante es mejor incluso que en el Model S puesto que su menor tamaño lo hace más manejable, y el aro tiene una sección ligeramente mayor que un volante habitual, perfecta incluso para manos pequeñas como las mías; los asientos no le envidian en nada a los del Model S; la visibilidad es igual de buena… Una vez regulado el asiento y los espejos, donde no he perdido mucho tiempo, nos empezamos a mover.
¡Silencio, se rueda! ¿Captas el juego de palabras? 😉 ¡Acción!
Se trata de un Model 3 con exterior gris e interior negro, muy discreto, lo cual lo hace pasar desapercibido sobre los adoquines del centro de Pamplona. Apenas adviertes gente que se gire al verlo pasar en silencio.
Acabados los adoquines que nos llevan al asfalto podemos elegir la ruta. ¿Callejeamos por el centro o nos salimos a la autopista? Qué pregunta.
Camino de las afueras puedo comprobar lo civilizada que es esta mala bestia trazando rotondas y acercándose a los semáforos. Es toda una limusina pero de sólo 4,7 metros. Llevamos la máxima retención y aun así no da tirones al levantar el pie del pedal derecho; ¿será así de suave en la autopista? El Model S 75D retenía demasiado para mi gusto. Después lo comprobaremos, pero al menos en ciudad es una maravilla.
Por simple costumbre tiendo a pisar el freno en los semáforos que no están en llano, ante lo que Álex, nuestro copiloto de Tesla, me indica que puedo dejar de frenar: la pantalla ya me indica que está frenando por mí.
Voy más pendiente del tráfico y de buscar la salida más rápida que de la famosa pantalla y el velocímetro. Ojo, que ahí abajo hay un radar. Es entonces cuando busco por primera vez la velocidad a la que voy. Y no, no la busco tras el volante: ya voy mentalizado de dónde estoy sentado. Ni me parece incómoda ni tampoco acertada su posición. Simplemente se me hace rara puesto que es el primer vehículo que llevo con indicaciones entre las dos plazas delanteras.
Sí aprecio un pequeño inconveniente: tu propia mano derecha te tapa parte de la pantalla. Concretamente la zona de los consumos, limpiaparabrisas, comandos de voz… Y eso que habíamos quedado en que tengo las manos pequeñas. ¿Es eso un problema? Pues no: para accionar esos mandos vas a quitar la mano del volante. Y el resto de la pantalla sí se aprecia sin problemas.
Aprovecho los semáforos para fisgar discretamente. ¿Qué decir del techo? Pues que por lo que me cuenta Silvia, mi acompañante, es una maravilla. Pero en las plazas delanteras pasa totalmente desapercibido, como ya me imaginaba. Vale, no soy muy alto: quizá si llevara el asiento más atrás podría apreciarlo mejor. Pero no cambié la posición del asiento respecto al compañero que acababa de montarse media hora antes: no quise perder tiempo ajustando nada. Tan sólo puse la calefacción de Silvia y mía para ambos asientos y la verdad es que incluso para una friolera como ella termina siendo demasiado calor bajo las posaderas. Una pena que el volante no sea calefactable… o los asientos autoventilados.
¿Y qué hay de los controles de aireación? Pues apenas los pude probar, pero me dejaron un poco frío. Y es sólo una forma de hablar. Tal vez estaban al mínimo, pero no llegué apreciar aire en condiciones. Además, el sistema tarda en efectuar el cambio de orientación por ejemplo entre la cara y las rodillas. Cuando veis a esos youtubers manoseando los mandos de ventilación en realidad están volviendo loco al coche: no esperéis cambios así de rápidos en el flujo de aire.
Por fin llegamos a la rotonda que nos dará acceso a la autopista. El Performance de nuevo gira plano con toda esa masa de las baterías bajo nuestros asientos, y sale como un tiro gracias a sus dos motores. Al fondo de una pequeña recta en subida hay una curva cerrada a la izquierda, que da acceso al carril de aceleración que nos llevará en un ligero descenso hacia la autopista. Miro a lo lejos la curva; acciono el Autopilot y le pregunto a Álex… ¿crees que será capaz de tomarla? Álex confía más que yo en el coche. Entre otras cosas porque conozco bien esa curva.
El Tesla se acerca decidido. Acelera hacia la curva. Reduce al verla venir… Empieza a girar con breves titubeos… Y a mitad de su trazada pita pidiendo el comodín del público. Le ayudo, claro, aunque me queda la duda de si finalmente habría sido capaz de trazarla por sí mismo.
Entramos en la autopista y activo de nuevo el Autopilot. Que se lo curre, le digo a Álex, y así de paso yo no me emociono. El Tesla se mantiene tranquilo sobre su carril, detrás de un camión, a unos 100 km/h. ¿No habíamos venido a jugar? Hace rato que Álex me ha cambiado a unos modos de conducción más deportivos los reglajes suaves que había marcado yo.

Model 3 Performance – Fotografía: Silvia S.D.
Tomo el mando y cambio yo mismo de carril. Piso a fondo (o eso me creo, porque luego me doy cuenta de que el pedal aún tiene mucho recorrido) y me quedo pegado al asiento, que a esas alturas ya me quema las posaderas. Pero ni me doy cuenta, porque voy a lo mío. Le doy unas cuantas patadas al pedal derecho (y levanto rápidamente) en el carril izquierdo. Es entonces cuando me vuelvo a acordar de la pantalla. ¿A qué velocidad se ha puesto? ¿En serio? Y eso que la estoy mirando cuando ya he soltado el pedal y está reteniendo ligeramente, sin aquella brusquedad que recuerdo del S 75D.
Eso me gusta, chaval. Eres una bestia parda (gris) muy dócil.
Estamos bordeando la fábrica de Landaben, donde VW fabrica sus Polos térmicos desde hace años. La pantalla marca en pequeñito una autonomía de unos 400 km así que me pregunto qué hacer, si seguir recto hasta Zaragoza o girar a la derecha hacia Logroño. Finalmente tomo la salida a la derecha y paro en el semáforo, donde Álex y yo estamos viendo fotos en su móvil de unas ruedas de extraño nombre para Silvia. ¿Aeroqué?
Definitivamente me gustan esas llantas. Por eso son las que le he dicho a Álex que tengo en mente cuando me ha preguntado por la configuración que tengo pensada: un Long Range en negro, con las AeroWheels de serie, el interior en blanco, y obviamente el Autopilot. Obviamente. Ah, y un extra aún no disponible que me parece indispensable: la llave con forma de coche.
El semáforo se pone verde y nos dirigimos suavemente de nuevo hacia Pamplona. No sé si es cosa mía, pero los coches alrededor respetan a la bestia. Nadie me adelanta como cuando me desplazo en mi Opel de gasoil. Quizá nos siguen a modo de escolta, filmándonos con el móvil. Tranquilos: no muy lejos de ahí, en Cizur, podréis ver un LR rojo de forma habitual. El mío aún se hará esperar, al menos hasta dentro de unos días: Álex ya sabe por qué, pero no me aconseja esperar a la presentación del Model Y: lo vas a ver; te va a gustar… y vas a esperar otros dos años, me dice. Empezamos a divagar sobre la posibilidad de disfrutar ya del Model 3 y cambiarlo después por un Model Y, porque estos coches se devalúan muy poco, me afirma. Así es. Veremos por qué me decanto al final.
Sé que no he hablado del maletero o de la pantalla, pero es que ya habéis visto montones de fotos y vídeos sobre ellos. Había que aprovechar el escaso tiempo para vivir en primera persona las sensaciones que transmite esa dócil bestia. Y es lo que he tratado de transmitiros yo: todo aquello que no se aprecia en una imagen, aunque sea en movimiento.
Finalmente aparcamos en la misma calle peatonal de la que hemos salido: la calidad de la pantalla marcha atrás es notable: para aparcar (no probamos el Autopark) es una gran ayuda, con sus famosas líneas blancas móviles sobre la imagen. Miro el reloj en la pantalla: me he pasado 5 minutos; ya habíamos empezado la prueba con 5 de retraso así que en lugar de media hora hemos disfrutado durante 35 deliciosos minutos. Y la verdad es que han cundido.
Me preguntaréis por los consumos… Y lo cierto es que ni me acordé de mirarlos al final, pero supongo que no fueron precisamente bajos.
Durante esos 35 minutos hemos hablado largo y tendido un poco de todo, incluso de la red de Supercargadores, que teóricamente este año pasará de 26 emplazamientos al doble, incluyendo el SuC de Navarra, que se hace esperar. También tienen en mente mejorar el sistema de Rangers y otra serie de cosas, que iremos viendo. Aunque cierren tiendas, trabajo no les va a faltar a los chicos de Tesla.
Sé lo que os estáis preguntando: esas unidades de pruebas son demasiado golosas… Pero mejor olvidadlas: volarán entre los propios trabajadores de Tesla. Más adelante seguro que sí empieza a haber disponibles vehículos de inventario donde encontrar buenas oportunidades de compra, como aquella que hábilmente cazó Emilio.
Como conclusión… ¿Qué se puede com-probar en tan poco tiempo? La sensación de seguridad que transite; el aplomo en autopista; la calma que aporta su Autopilot. Pero también podrás apreciar su suavidad en los atascos o la comodidad de su habitáculo. Un Tesla es un devorador de kilómetros que te permite ir al súper pero que donde mejor se desenvuelve es en el entorno para el que Tesla lo ha planteado: para realizar viajes largos y romper el mito de que con un vehículo eléctrico no se puede viajar. El Model 3 es estable hasta decir basta. Me gusta incluso más que el Model S, que ya es decir. Y el Performance es una mala bestia, sí, pero sabe ir suave como una limusina, con una suspensión menos firme que la que recuerdo del S, pese a ser todo un M3P.
Reconozco que durante el test drive he estado en mi mundo, y le debo a Silvia unas cuantas explicaciones. No sabía que había más gente que hablara ese idioma raro que hablas tú, me dice. Así que me veo obligado a explicarle todas esas palabras en inglés que íbamos soltando Álex y yo. Y empiezo a hablar y a hablar, y le termino contando La guerra de las Corrientes, poniendo a parir a aquel fulano llamado Edison.
Al irnos de la cafetería oímos hablar a unos clientes con los camareros: el vehículo eléctrico no contamina y todo lo que tú quieras, argumenta una mujer desde la barra, pero destruirá muchos empleos, y le hará mucho daño a la VW de Pamplona… porque lo he leído en un artículo y…
Nos miramos divertidos de reojo y salimos discretos de territorio hostil. Hay tanta desinformación ahí fuera, me digo a mí mismo, y tantos medios desinformados desinformando…
¡Pamploneses! ¡Viva San Fermín! Pero pedidle no que os guíe en el encierro, sino que guíe a la VW a pasarse a lo eléctrico y a fabricar en Landaben el ansiado ID.
Gracias, Alex, nuestro copiloto por una tarde, por todas tus explicaciones. Espero que tengas opción de heredar una de estas pequeñas joyas, y que la disfrutes tanto como nosotros.
2 Comentarios. Dejar nuevo
También tuve la suerte, aunque menos tiempo. Me encantó. Va super bien. Lo mejor el silencio, la comodidad, la potencia y sobre todo la suavidad con la q conduces pese a tener tanta potencia. Lo q menos me gustó el espejo interior, y el color gris… Q creo q no Le favorece mucho
Muy buen artículo Hugo