

Si quieres puedes leer el anterior artículo #2 de nuestra ruta con un Tesla por Estados Unidos: Primeras impresiones sobre el asfalto. Hoy te contamos nuestra experiencia en un Tesla Service Center USA, concretamente el de Las Vegas.
Dos horas más tarde, nuestras miradas se centraban más en la búsqueda del Service Center que en los grandes casinos que se empezaban a alzar en la profundidad del desierto. Al llegar, se hicieron inmediatamente cargo del vehículo y todo empezó a ir rodado: el propietario se hizo cargo de los gastos, nos sirvieron agua y café, nos repararon el daño al momento y ¡hasta nos cargaron el coche gratuitamente!
Nuestras conclusiones sobre el servicio y experiencia en un Tesla Service Center USA fueron:
+ Puntos positivos:
- Una atención inmejorable desde el primer momento.
- Servicio rápido y eficaz. Hasta al que vino después de nosotros, que tenía un problema más serio, le pudieron arreglar el problema en menos de una hora.
- Sala de espera equipada con sofás, aire acondicionado y bebidas gratuitas mientras esperabas.
- Posibilidad de probar más Teslas mientras te arreglaban el vehículo.
- Nos hicieron una explicación a todo detalle. Mientras desmontaban el frontal, nos exponían la situación con todo detalle respondiendo a todas nuestras preguntas.
- Permitían hacer fotografías del vehículo durante la reparación.
- ¡Nos cargaban el coche gratuitamente mientras lo arreglaban!
En definitiva, transparencia absoluta y eficacia en la reparación.
– Puntos negativos
- Tuvimos suerte de no tener que pagar la reparación porque la broma hubiera salido cara. Teníamos dos posibilidades: o simplemente quitar la tapa de plástico o cambiarla por una nueva.
- La primera opción 150 dólares.
- La segunda opción 650 dólares.
Conclusión: las piezas de sustitución van a precio de oro.

Reparando nuestro Tesla en el Service Center de Las Vegas
Con el vehículo ya reparado, nuestras sonrisas brillaban desde la sala de estar mientras todo empezaba a iluminarse a base de luces de neón. ¡Ya estábamos en Las Vegas!
Día 3-5: Las Vegas (Nevada)
Una vez acomodados y todo solucionado, la vida allí fue sumamente fácil. Con cargadores por todos lados, de lo único que nos teníamos que preocupar fue de nuestros bolsillos. En los trayectos urbanos el consumo era muy inferior a lo que estábamos acostumbrados y solo cargábamos casi por placer de ver y probar los súper-cargadores. La única experiencia negativa fue en el hotel, donde disponían de cargadores J-1772, pero ni funcionaban, ni nadie de allí sabía cómo activarlos; ni siquiera quién los llevaba. Nos vimos un poco sorprendidos ante tal desconocimiento.
Día 6: Zion Canyon (Utah) – Page (Arizona)
Llegó el momento de rehacer maletas y volver a la aventura. Zion Canyon nos esperaba y quedaban muchas millas por hacer. Sería un recorrido de 275 millas (420 km), a través de montañas y valles, hasta llegar a Page, Arizona. Con calculadora en mano, no encontramos ninguna ruta posible debido a la autonomía del vehículo. No obstante, nos arriesgaríamos cargando una sola vez en St. George debido a que el planificador de Tesla lo veía claro, y si alguien que nos ha sacado del valle de la muerte con una tapa colgando, lo ve con buenos ojos, ¡adelante!
En St. George volvíamos a ser el único coche eléctrico y el calor se volvió insoportable. Parecía el preludio de algo que acabábamos de vivir. Con la ilusión en los asientos y una autonomía de 250 millas (402 km) al 95%, nos dirigimos al valle.
Accidentalmente, acabamos haciendo uno de los recorridos más impactantes de la ruta. Conduciendo bajo el característico asfalto rojizo del parque (pintado expresamente para camuflar las carreteras con la paleta de colores del valle), abrazábamos las colinas de una en una. Y detrás de cada curva, un paisaje abrumador. Ni la lluvia ni las inundaciones de esa tarde de julio nos impidieron vivir una de las mejores experiencias de nuestras vidas.

Paisaje de Zion Canyon con las carreteras rojizas de fondo.
Ya de camino a Page, y con una autonomía levemente inferior debido al asfalto mojado, la noche más oscura acechaba en nuestro horizonte. Por precaución, sabíamos que por 10 dólares podríamos cargar en un hotel que se encontraba a medio camino, en Kanab. Afortunadamente, no hizo falta y llegamos al destino final con una autonomía del 23%. Nos sentíamos invencibles.
Día 7: Page – Moenkopi
Ya en tierras Navajo con vistas a Lake Powell para desayunar, nos adentramos en uno de los lugares más curiosos que nos ha regalado la naturaleza: el Antelope Canyon. Con las distancias tan cortas, ése no era el día de pensar en cargadores. Tan solo debíamos disfrutar del paisaje. ¡Y qué paisaje!

Supercharger de Page, Arizona
Después de quedar atónitos al cruzar el Lower Antelope Canyon y morirnos de calor en el Horseshoe Bend observando atónitamente el río Colorado, era momento de descansar y relajarnos durante una tarde en el que sería nuestro primer hotel con cargador Tesla incluido. Sería nuestro pequeño paréntesis dentro de un viaje non-stop.
Llegamos al pequeño pueblo navajo de Moenkopi, a pocas millas del Gran Canyon. No teníamos ni idea de cómo sería la experiencia de cargar en el mismo hotel: ¿nos cobrarían por usar el cargador? ¿Y si al llegar no quedaban plazas libres? Escogimos ese alojamiento por recomendaciones de la web PlugShare y eso nos llenaba de confianza.
Al llegar todo fue “enchufar y listo”. Había dos cargadores Tesla impecables de 16 kW de potencia sin bloquear. Al entrar en la recepción, ya nos habían fichado de lejos. El trato por parte del hotel fue de diez, no nos cobraron nada y fue una pasada pensar que mientras te alojabas te regalaban la carga. Es como si al llegar a un hotel te esperan con los brazos abiertos y una garrafa de 20 litros de gasolina: impensable hasta el momento.

Cargador del hotel de Moenkopi
Como curiosidad, hay que comentar que Moenkopi se encuentra tocando a otro pueblo llamado Tuba City. A ambos pueblos navajos no solo les separa una calle, sino también una hora de diferencia horaria. Fue muy curioso ver cómo se avanzaba una hora en el reloj al salir del hotel y pasar a la otra acera.
En el próximo artículo conoceréis de primera mano cómo es eso de hacer la famosa Ruta 66 con un coche eléctrico y… ¡nuestra breve coincidencia con Elon Musk!