¿Qué mundo queremos tener realmente tras el Covid-19?
Por Frans Timmermans y Bertrand Piccard.
La crisis del coronavirus ha causado mucho sufrimiento e incertidumbre, pero sus secuelas nos ofrecen la oportunidad de romper con los viejos hábitos y construir una economía circular, sostenible y altamente competitiva, escriben Frans Timmermans y Bertrand Piccard.
Frans Timmermans es el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea. Bertrand Piccard es el fundador y presidente de la Fundación Solar Impulse. EURACTIV publica exclusivamente la versión en inglés de este Op-Ed.
La crisis del coronavirus aún no ha terminado y mucha gente está sufriendo: los que han contraído la enfermedad y sus familias, los trabajadores sanitarios en primera línea de la batalla, los trabajadores que pierden su empleo, los autónomos y las pequeñas empresas que se enfrentan a un futuro incierto y los mercados bursátiles que se hunden. Para muchos, este es un momento terrible.
En este momento, nuestro enfoque debe estar en la lucha contra el virus, a la vez que nos aseguramos de que nuestra economía y nuestro sistema financiero se mantengan a flote. Sin embargo, a medida que salgamos de la crisis inmediata, tendremos que reiniciar nuestra economía lo antes posible, poniendo en marcha las líneas de producción, con la gente de vuelta al trabajo y teniendo ingresos de nuevo. Eso nos deja una opción, a elegir: luchar desesperadamente para volver a lo que teníamos anteriormente o tratar de llegar a una situación mucho mejor.
¿Qué teníamos antes de COVID-19?
Una economía lenta, lineal y emisora de carbono que lucha por aumentar las tasas de empleo y la calidad de vida, al tiempo que agota los recursos naturales, produce residuos peligrosos y contaminantes tóxicos, poniendo en riesgo a la población y a la industria, sin siquiera mencionar el cambio climático.
¿Es esto realmente lo que queremos recuperar?
Existen otras vías: apuntar al crecimiento cualitativo, con una economía circular, sostenible y altamente competitiva. ¿Cómo llegamos ahí? Mediante la sustitución de infraestructuras antiguas y contaminantes por unas más modernas, limpias y eficientes, en todos los sectores: agua, energía, construcción, movilidad, agricultura y procesos industriales, por nombrar sólo algunos.
Esto crearía muchos más puestos de trabajo y aumentaría nuestro PIB mucho más que con la anterior.
Por eso es una falsa contradicción decir que el Green Deal (Acuerdo Ecológico) es un lujo que no podemos permitirnos. Las inundaciones, las sequías, los incendios forestales, el aumento del mar y la desertificación nos van a golpear con fuerza. Además, la naturaleza en retirada y el permafrost derretido nos enfrentarán a virus más desconocidos.
El repentino parón de la producción y el transporte masivo, al tiempo que perjudica nuestra economía, nos da una pequeña muestra de cómo podría ser si electrificamos nuestra movilidad y reducimos los combustibles fósiles en nuestra industria. Porque en lugar de imaginar aire limpio en el corazón de nuestras ciudades, ahora podemos olerlo.
El Green Deal es una estrategia de crecimiento que también protege el medio ambiente. Las energías renovables y las tecnologías limpias son una enorme oportunidad económica e industrial con un futuro más brillante que volver a una economía basada en combustibles fósiles plagada de incertidumbre e imprevisibilidad.
¿Por qué? Porque las tecnologías limpias se pagan por sí mismas, gracias al ahorro de energía y recursos que ofrecen. Invertir en esta nueva infraestructura no es un coste, es una inversión, una manera de aumentar los beneficios para la industria y reducir el gasto para los individuos.
Podemos construir una sólida red de energía renovable basada en energía solar, geotérmica, biomasa, energía oceánica y eólica, aunque las posibilidades van mucho más allá.
Podríamos electrificar los puertos con energía “costa a barco” para reducir las emisiones del transporte marítimo, construir puntos de carga de vehículos eléctricos y estaciones de hidrógeno, establecer más estándares de eficiencia para todo tipo de electrodomésticos, reducir el consumo de energía de los edificios a través de calefacción, ventilación y aire acondicionado eficientes, tecnologías de aislamiento innovadoras o soluciones inteligentes de gestión de sombreado de fachadas.
Podríamos ayudar a nuestros agricultores a modernizarse para que puedan usar menos pesticidas y cuidar nuestro medio ambiente mientras producen productos más saludables.
Estas tecnologías ya existen. Representan sólo algunos ejemplos de las soluciones identificadas y seleccionadas por la Fundación Solar Impulse, y su desafío #1000Solutions está aquí para demostrarlo.
Lo que estas tecnologías necesitan es un acceso más fácil a la inversión, una contratación pública alineada con el Acuerdo de París y regulaciones ambientales favorables que creen una necesidad de estas soluciones en el mercado.
Retrasar los estándares de emisiones de automóviles más potentes no ayudará a la industria automovilística cuando las ciudades están prohibiendo motores de combustión y los clientes se están moviendo hacia los coches eléctricos. Ni el mantenimiento de las centrales eléctricas a base de carbón ayudará tampoco a la industria energética mientras los precios de las energías renovables sigan cayendo.
La respuesta no puede ser hacer más de lo mismo como un paquete de rescate.
En lugar de utilizar los paquetes de estímulo para apoyar el business as usual, encerrándonos en modelos económicos obsoletos e invirtiendo en activos que pronto quedarán varados, deberíamos invertir en la nueva economía para salir de la crisis en mejor forma de lo que entramos, en condiciones sostenible, inclusiva, competitiva y preparados para el futuro.
Eso nos ayudará a crear el mayor mercado industrial del siglo, que ya hoy se ha vuelto más rentable proteger el medio ambiente que destruirlo.
Después del Covid 19 podría ser nuestra mejor oportunidad para hacerlo.
2 Comentarios. Dejar nuevo
Este planeta no está hecho para seres (autodenominados) “humanos”.
Vamos a seguir destruyéndolo sin piedad. No nos importan nuestros hijos y animales, que podrían ser los habitantes futuros.
Los precios del petróleo, los neonazis, los separatistas, los populistas y los políticos Anti- Timmermans y Picard, como p.e. D. Trampa ya nos han convencido, que es mejor comprar un cochazo un arma y una caja fuerte.
No es broma, es irónico y es verdad, que dependemos de nuestro “Gen Alpha” . Nos aferramos al POTENTE, pensando que nos ayudará en cualquier caso, pero el solo quiere nuestro dinero.
AMÉN.
Ojalá impulsemos los vehículos eléctricos para mantener los bajos niveles de contaminación que se han conseguido con el confinamiento.
Yo también creo que el futuro del transporte será eléctrico o no será. Sin embargo, en el caso de los patinetes eléctricos, por ejemplo, hay muchas ciudades españolas que todavía no están preparadas para acoger a esta nueva ola de vehículos. Actualmente, las vías por las que pueden desplazarse sin entrar en conflicto con otros vehículos o con los peatones son los carriles bici y la mayoría de municipios disponen de pocos tramos de este tipo, como he podido leer en este artículo . A esta falta de preparación se suma también la ausencia, por el momento, de una normativa unificada a nivel estatal.
Veremos que nos depara el futuro.
Un saludo.