

Cuando nuestra zona de confort, habitualmente inalterable, no sopesa los contratiempos derivados de las acciones cotidianas, establecemos una barrera mental en la que la responsabilidad no contenta a la costumbre.

Movilidad sostenible
¿Por qué no puedo acceder con mi coche particular de combustión al centro de la ciudad? Pues muy sencillo:
- Porque desde hace casi 4 años, el 90% de los habitantes que residen en ciudades respira aire que no cumple las normas de seguridad establecidas por la OMS (Organización Mundial de la Salud).
- Porque no es “inteligente” saturar de vehículos los centros urbanos. La mitad de la población mundial (unos 3500 millones de personas) viven en ciudades.
- Porque a pesar de que las ciudades sólo ocupan el 3% de la superficie terrestre, representan entre un 60 y un 80% (dependiendo de la urbe) del consumo energético y el 75% de las emisiones de carbono.
- Cuantos menos coches particulares circulen por el centro de las ciudades, más accesibles serán para los servicios de transporte público colectivos, más sostenible se podrá transformar ese entorno con zonas peatonales, carriles bici discriminados, integración de zonas verdes, etc.
- Cuando amabilizas un entorno, lo transformas en más accesible, popular y reduces desigualdades entre ciudadanos.
- Se genera un “uso sano urbano”. Se pasea más, aumenta el uso de la bicicleta, se soportan menos ruidos y malos olores, reducimos la exposición a gases cancerígenos y promovemos actuaciones que favorecen el freno al cambio climático.
- Es mucho más sencillo proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y natural de un entorno urbano, si no lo agredimos con emisiones contaminantes de tubos de escape.

Vehículos de combustión contaminantes
Así que, antes de criticar las Zonas de Bajas Emisiones, que poco a poco, están siendo integradas en numerosas ciudades, vamos a tomarnos unos pocos segundos de reflexión y pensar en las positivas consecuencias a corto, medio y largo plazo, que estas actuaciones suponen.
Son numerosas las aportaciones que tanto a nivel macroecológico (Países, Ayuntamientos, etc.) como microecológicos (acciones que tú y yo podemos hacer). Pero, respecto a las urbes, en el fondo da igual que les llamemos “zona de restricción medioambiental” (Umweltzonen en Berlín), “ zona de emisiones bajas / ultra bajas” ( Low Emission Zone en Londres) o Zona de Tráfico Limitado (como se le llama en Roma); lo importante es que si partimos de una premisa mínima (como por ejemplo “Madrid Central”) no volvamos a retroceder y cometer el error de reducir restricciones (¿Madrid 360?).
A pesar de que el ser humano es el único ser vivo que arrasa con su propio entorno vital básico, debemos enfrentarnos a nosotros mismos y transformar nuestras cómodas posiciones negacionistas. Y da igual que nos lo diga una responsable adolescente o nuestro cuñado concienciado. Da lo mismo lo que consideramos falso o verdadero a nivel climático o ecológico. Lo importante es actuar para lo que objetivamente es bueno para el entorno y que el criterio dominante no sea sólo el inmediato beneficio económico.

Zona de Bajas Emisiones. Londres
Y por favor, no pongamos la escusa de un problema para justificar otro. Las calefacciones, el abuso del transporte aéreo, la contaminación de los grandes buques, el exceso de plásticos, etc, son también ingredientes del mismo pastel podrido. Todos sabemos que antes de mirar a otro lado, o justificarnos con la muletilla de “más nos valdría que nos preocupásemos por…”, sería mejor aportar nuestro granito de arena, para hacer de esta existencia vital fugaz, un impacto lo más neutro posible.
Pequeños gestos consiguen grandes retos.