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Los vehículos eléctricos no son divertidos

Los vehículos eléctricos no son divertidos

Divertido. Que divierte

Divertir. Entretener, recrear

Si la definición que nos da la R.A.E. sobre diversión es ésta, efectivamente, un vehículo eléctrico no es divertido. Ni entretiene, ni recrea. Al menos los que hay hoy en el mercado. Pero lo mismo se puede decir de un vehículo con motor de combustión interna. He probado varios, tanto gasolina como diésel, manuales y automáticos, y ninguno me ha llegado a entretener. Ni mucho menos me he recreado con ellos. Me han llevado del punto A al punto B. Unos mejor que otros. Pero divertirme, pues no. Ninguno.

Según la R.A.E. diversión debe ser otra cosa. Puede que sea dejarse llevar por el Madrid de los Austrias en buena compañía y escuchar anécdotas e historias del pasado. Con eso te entretienes. O puede que sea ver a tu acompañante poner morritos mientras teclea algo con el móvil, aunque ella diga que no, que no ponía morritos. Con eso te recreas. Eso sí que es divertido. Y te apetece repetirlo. Pero conducir, por mucho que la publicidad de BMW preguntara si “te gusta”, pues no: a mí no me parece divertido.

¿A qué viene esto? Pues viene como respuesta a algún comentario que he leído en esta web (los leo todos, y los agradezco todos, aunque nunca entraré al trapo con según qué provocaciones) acerca de la supuesta diversión que supone conducir un vehículo con motor de combustión interna, obviamente manual. Y no es que quiera llevarle la contraria al amable lector que da su opinión (y que sinceramente agradezco) sino que es un argumento que he tenido que escuchar desde hace años: un eléctrico no es divertido de conducir porque no tiene marchas.

Un vehículo eléctrico puede llevar cambio de marchas, manual o automático. De hecho, en la Formula e hay equipos que utilizan una única marcha y otros que emplean cajas de cambios de 2 ó 3 relaciones. Tenéis más información sobre este campeonato aquí y aquí. Como veis, la caja de cambios en un eléctrico es opcional. Su régimen de uso está suficientemente optimizado como para meterle un accesorio (un sobrecoste y un sobrepeso) innecesario.

¿Podría un “térmico” funcionar así, sin caja de cambios? Podría, pero alcanzaría poca velocidad. O bien le costaría coger inercia. Dependería de cuál fuera la única relación elegida (sería como una bici sin marchas: a nada que el plato tiene un par de dientes menos, te cuesta menos subir una cuesta, pero en llano tienes que dar más pedales). El motor de combustión interna necesita una caja de cambios para no ahogarse y tener un buen ritmo. Igual que un ciclista en el Tour de Francia.

Sé que la mayoría de los lectores de esta web lo sabe de sobra, pero como siempre hay quien no está al tanto, resumiré qué pasa cuando accionamos la famosa palanquita de marras (quiero decir… de marchas): al pisar el pedal del embrague estamos desacoplando el eje del motor al eje que mueve las ruedas. Mientras no hagamos nada más, estamos rodando en punto muerto. Es decir, el motor sigue girando, pero no transmite su potencia a las ruedas. Y si seguimos así un rato iremos perdiendo velocidad hasta pararnos. ¿Es eso divertido? Quizá. Pero obviamente eficiente no es: mientras pisamos el pedal izquierdo el motor gira en vacío.

Para no gastar combustible en balde, en la autoescuela nos dijeron que mientras pisáramos el pedal del embrague dejáramos de acelerar. ¡Qué difícil es esta sincronización al principio! Entonces movemos la palanca, eligiendo una velocidad más larga o más corta (ojo no metas tercera cuando quieres meter quinta en la autopista, porque el frenazo que vas a dar va a asustar al que vaya detrás, por no hablar del subidón de vueltas que va a experimentar el motor). Ahora dejamos tranquila la palanca y procedemos con los pedales al revés: soltamos el izquierdo y empezamos a pisar el derecho: de nuevo hay que ser precisos con la sincronización de ambos movimientos.

Todo esto, que cuesta relativamente poco tiempo en adquirir como hábito para hacerlo de forma inconsciente, son a lo largo de la vida útil del vehículo montones de segundos en los que el motor está operando sin transmitir movimiento a las ruedas. No sé qué diversión puede tener esto.

Sé lo que estás pensando: el punta tacón sí es divertido. No seré yo quien lo niegue. Aunque por mi forma de conducir nunca he echado mano de él. Ni siquiera tratando de ser el primero entrando en una rotonda. El punta tacón quizá no sea divertido pero sí necesario, en conducción (más bien pilotaje) donde sea preciso que el motor (térmico) no caiga de vueltas. Pongamos un tramo de tierra en un rally muy revirado. Vale, aceptamos barco (aunque ahí el eléctrico puro seguramente no sea más lento, debido a su enorme par motor desde parado).

¿Pero qué pasa con un pilotaje más fluido? Pensemos en un circuito de asfalto. Aunque hay quien no lo ve, la competición del motor es un mero banco de pruebas donde las marcas exhiben su potencial (con el único objetivo de vendernos luego sus productos comerciales, que poco o nada tienen que ver con los prototipos de carreras). Hace ya unos años HRC (la todopoderosa Honda oficial) desarrolló un cambio de marchas “sin interrupciones”. Seamless, lo llamaron. Con él se reducían esos tiempos muertos en los que el motor gira en vacío. La ventaja que obtuvieron frente a Yamaha fue simplemente humillante, para desesperación de Valentino Rossi. Mientras las Yamaha estaban rodando “en punto muerto”, las Honda ya estaban traccionando. Los aficionados a las motos lo recordaréis. Si el costosísimo cambio Seamless de Honda era una ventaja frente al cambio de marchas tradicional de Yamaha, ¿no será mejor un vehículo que ni siquiera requiere de cambios de marchas? pregunto. Para los muy puristas enamorados de la “conducción divertida” les dejo que debatan entre ellos si eran mejores los tiempos en los que Senna volaba en Mónaco moviendo una palanca o si son mejores los tiempos modernos con cambios secuenciales accionados desde levas en el volante. Lo digo porque los realmente puristas defienden el cambio mecánico puro y critican el secuencial, de la misma forma que se critica al vehículo eléctrico.

Quien haya leído entradas mías anteriores en esta web ya sabe que enfoco mis artículos desde el punto de vista de la eficiencia y hoy nuevamente defiendo la sencillez de un sistema que no requiere cajas de cambios: las motorizaciones eléctricas.

Pero estoy con vosotros (y lo he dicho al principio) así que os doy la razón: los vehículos eléctricos estarán optimizados respecto a los térmicos, pero no son divertidos. Y como me gusta justificar con datos o imágenes mis argumentos, aquí van un par de ejemplos de vehículos eléctricos aburridos.

Por una parte tenemos la fenwick eléctrica de Damián. Él la quería con motor de gasolina y marchas, pero su jefe le dijo que para mover palets dentro del almacén iba a ser mejor no tener tubos de escape echando humo. Para más “inri” le dijo que era por su bien. Y ahí anda el pobre Damián, acelerando y frenando en silencio. 8 horas así. Aburridísimo.

Fenwick Eléctrica

Y por otra parte tenemos el e-Dumper de Evaristo. A Evaristo le gustaría contar con un potente motor turbo diésel, con intercooler y cuatro chimeneas. Lo que pasa es que la empresa para la que trabaja echó cuentas y optaron por una máquina más rentable. El caso es que mueve la carga con soltura. Pero 40 horas a la semana así… Es comprensible: divertido no es.

EDumper, el vehículo eléctrico más grande

Sin embargo, no penséis que los eléctricos no están provistos de palancas, como cualquier otro coche. Lo que pasa es que no todo el mundo las conoce: se llaman intermitentes.

Como veis, me lo tomo con humor. He intentado ser lo más objetivo posible y he tratado de justificar la necesidad del cambio manual (esa presunta conducción divertida). Pero para ir de A a B me sigue pareciendo mejor conducir un Tesla, con una aceleración que te hace sonreír como un tonto. Doy fe. Quizá eso sí sea divertido.

Supongo que habrá comentarios argumentando lo desinformado que estoy; defendiendo el romanticismo de las cajas de 5 velocidades ¡de dientes rectos! (quién le mandaría a Monsieur Citroën desarrollar los engranajes helicoidales); criticando lo contaminante que es una batería de litio; riéndose de la actual autonomía de los eléctricos o simplemente protestando por la ausencia de olores en éstos o justificando la compra de un “térmico” frente a un carísimo eléctrico. Hay quien lee en mis artículos cosas de las que no hablo (curioso).

Pero para gustos las palancas. En este artículo simplemente he comparado el funcionamiento de un vehículo con motor de combustión interna frente a un vehículo eléctrico en lo que respecta a las cajas de cambio. Y no, no le veo diversión alguna a mover una palanca para no ahogar al motor: para un ingeniero prima (o debería) la eficiencia por encima de la supuesta diversión.

El que quiera que pierda el tiempo accionando mecanismos de hace dos siglos; yo prefiero volver a perderme por el Madrid de los Austrias con una rubia que ponga morritos. Eso sí es divertido.

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