Uno de los grandes retos medioambientales al que vamos a enfrentarnos en los próximos años, tanto de forma local como global, va a ser la progresiva adaptación al uso y producción de energías renovables y, consecuentemente, al desuso de energías como el carbón, el petróleo o, la energía nuclear, en menor medida. Una cuestión que, mayoritariamente, necesita de una administración competente que regule de forma favorable el camino hacia un nuevo modelo energético de país que incida directamente en la calidad y coste de aquellas personas que lo utilizan o pretenden nutrirse de ella. Desde hace algunos años, España convive con el denominado ‘impuesto al sol’, que penaliza impositivamente sobre aquellos que consideran el autoconsumo como un recurso alternativo y a la vez sostenible de producir su propia energía. A consecuencia de que la imposición del impuesto al sol impulsó la posterior desinstalación de un gran número de placas solares mayoritariamente en casas unifamiliares, debemos acercarnos a la normativa vigente para poder comprobar donde están los límites en la instalación de placas solares para nuestras viviendas, ya sean casas o edificios, para conocer hasta qué punto podemos autoabastecernos energéticamente del sol.
A pesar del miedo generado por este impuesto, la mayoría de los casos no deben pagar un peaje extra por la producción de electricidad a través de placas solares. La producción de electricidad para consumo propio es legal en España desde el año 2011, y como fija una disposición transitoria en una nueva norma de 2015, las instalaciones con un suministro inferior a 10 kW de electricidad no están obligadas a pagar el denominado ‘impuesto al sol’. Por lo cual, teniendo en cuenta que cerca del 95% de las casas de nuestro país consumen mucho menos de 10 kW, nos exoneraría de pagar este impuesto. De igual modo, en verano del 2017 el Tribunal Constitucional derogó la ley que prohibía producir electricidad con paneles solares instalados en edificios de comunidades de vecinos, lo que nos ofrece además otra posibilidad, la de proponer o participar en la compra de plantas fotovoltaicas compartidas entre una misma comunidad de propietarios.
Otra de las cuestiones que se preguntan los consumidores es el número de paneles a instalar en una casa o edificio. Todo ello depende del nivel de consumo de electricidad que lleve a cabo la vivienda, por ejemplo, para satisfacer 1,6 kW de potencia se necesitan al menos 6 placas solares. En el caso de que se necesiten 3 kW, serían necesarios unos 12 paneles, y unos 20 para 5,5 kW. Para ello, compañías como Ecooo se encargan no solo de la instalación de los correspondientes paneles solares, sino también de su posterior tramitación a nivel legislativo confirmando que cumple y se rige por toda normativa oficial. Esta consta de dos partes: por un lado, que la compañía distribuidora reconozca la casa como un punto de conexión y realice un contrato técnico previa verificación de la instalación; y por otro lado, registrarla ante el Ministerio de Industria. Elemento que ya no es indispensable desde junio de 2017 ya que el Tribunal Constitucional anuló la obligación de incluir las instalaciones en el registro nacional, que a partir de ahora dependerá de las Comunidades Autónomas correspondientes. Como mencionábamos anteriormente, Ecooo es una de esas compañías, puesto que desde 2005 tiene como intención impulsar proyectos que democraticen el modelo energético, inexistente a día de hoy en nuestro país; involucrando la participación ciudadana como base colaborativa de un cambio que es, a día de hoy, incuestionable.
Pero, ¿y cuánto le cuesta la instalación al consumidor? Con un tejado propio, 6 paneles cuestan alrededor de 7.000€, trámites incluidos; sin embargo como ya mencionábamos anteriormente, la compra puede dividirse entre la misma comunidad de vecinos, reduciendo el coste de la instalación y diversificando el ahorro energético entre distintas viviendas. La amortización que se presupone entre el gasto de la instalación y la reducción considerable del gasto energético se estipula entre los 10 y los 12 años, si a ello le sumamos que la durabilidad de los paneles está garantizada entre 25 y 30 años, el ahorro energético y medioambiental duplica la del consumo eléctrico habitual. Hay que contar con un detalle, la compañía distribuidora obliga a instalar dos contadores, el convencional que mide el consumo de la casa, y un segundo que monitoriza la producción de electricidad.
A pesar de que en ocasiones consideramos que el monopolio oligárquico que supone el consumo de electricidad en España no va a mejorar nunca, hay visos de un cambio a medio-largo plazo. En la última subasta de energía renovable realizada en julio de 2017, la energía fotovoltaica salió vencedora con 23 GW de potencia a instalar en los próximos años. En el caso de Alemania, con muchísimas menos horas de sol tienen 40 GW de potencia solar instalados. Por su parte, Portugal generó en marzo más electricidad de origen renovable (4.812 GWh) que su consumo total (4.6476 GWh). Además de ello, se han presentado avales para construir plantas fotovoltaicas con una potencia de otros 19.600 MW.
En el pasado 2017, la potencia instalada a nivel global supuso un crecimiento anual de un 8,3% respecto al ejercicio anual anterior, alcanzando los 2.179 GW en todo el mundo, lo que ha supuesto evitar la emisión de 1,8 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, marcando así una clara tendencia del camino a seguir en los próximos años, tanto desde la administración como desde los hogares, cuyo objetivo marque un cambio de tendencia en la producción y consumo de la electricidad, entendiendo la energía solar como eminente motor del cambio.