La España de la actualidad tiene una naturaleza dual. Por un lado, hay amplias zonas pobladas en las grandes ciudades de las áreas costeras e interior, además de las islas. Por otro lado, tenemos amplias zonas con una densidad de población muy baja, fruto de los múltiples éxodos producidos por el cambio de una economía basada en el sector primario (agricultura, minería y ganadería) a una basada en los servicios.
Estas zonas suelen denominarse como “España vacía” o “España vaciada”, donde vive muy poca gente y tampoco hay mucha concentración industrial. En lo referente a la movilidad, es una zona muy perjudicada. No cuenta con buenas conexiones de transporte público y hay mucha dependencia del vehículo privado. Si encima hablamos de vehículos eléctricos, todo puede ser más complicado.
Según el segundo informe del Observatorio de Descarbonización Rural, publicado este año, las razones que echan hacia atrás de la compra de un vehículo eléctrico a la población del mundo rural son principalmente el precio de adquisición (40%), la falta de una red de recarga pública adecuada (24%), limitaciones por autonomía (16%), falta de información y asesoramiento (11%), pocas ayudas públicas (6%) y falta de competitividad respecto a gasolina y gasóleo (3%).
También tenemos valiosa información desde la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES) y el Observatorio de Sostenibilidad, que publicaron también en 2023 el informe Infraestructura de recarga para vehículos eléctricos en España. Dicho informe aclara que 7 de cada 10 puntos de carga se ubican en las zonas urbanas, con una relación de conectores cada 1.000 habitantes tres veces más alta que en el rural, que por el contrario abarca el 80% del territorio en superficie.
Es difícil, pero…
Es imposible ignorar eso, la movilidad eléctrica en el mundo rural es complicada, salvo para casos concretos: aquellos que pueden recargar fácilmente en su vivienda o negocio, no recorren grandes distancias, y si las recorren, disponen de autonomía suficiente para alcanzar puntos de recarga rápidos para continuar su marcha. Es decir, como en las áreas urbanas hace años, que se puedan apañar sin el apoyo de una red de recarga pública.
Salvo que haya subvenciones por medio, lo más probable es que los puntos de recarga se ubiquen, por una mera cuestión de rentabilidad, donde van a tener una utilización prevista más alta: núcleos urbanos, rutas de transporte, zonas de interés turístico, etc. Sí, no suena muy atractiva la instalación de puntos de recarga en pequeñas poblaciones, o muy aisladas, y con una densidad de vehículos eléctricos baja o inexistente.
Dicho lo cual, ¿tiene sentido la descarbonización y el vehículo eléctrico en la España vaciada? Sí, pero con matices. Por un lado, habrá una necesidad de electrificación en algún momento para coches, furgonetas, maquinaria agrícola, camiones e incluso autobuses. Los vehículos de mayor tamaño van a necesitar tomas de corriente de alta potencia, dado su alto consumo, como puede ser el caso de un tractor.
Necesidades de movilidad en el mundo rural
Por ejemplo, el Fendt e100 V Vario precisa una toma CCS de 80 kW para trabajar 5 horas y recargar hasta el 80% de sus baterías de 100 kWh en 40 minutos. También puede cargar en alterna hasta 22 kW, pero tendría que estar más tiempo parado. La relación del mundo rural con la generación de energía renovable no presenta, en ese sentido, un obstáculo insalvable en cuanto a la disponibilidad de alta potencia. Otra cosa es el precio de adquisición y el tiempo necesario para amortizarlo.
En otro orden de cosas, la más que probable retirada de incentivos a los combustibles fósiles bonificados, como el gasóleo agrícola, puede cambiar las cuentas de los profesionales del campo. Otros desafíos que considerar son la pérdida de estaciones de servicio en determinadas áreas por falta de negocio o rentabilidad. Tarde o temprano, el mundo rural tendrá que descarbonizarse, y las políticas públicas deben ir pensando en anticiparse a ello, en vez de poner la carreta por delante de los bueyes.
¿Y en cuanto a los vehículos particulares? ¿Es realista pensar que, donde más se concentran los coches más antiguos y de menor precio, la gente se compre coches eléctricos? Quizás no mucho, pero la tecnología permite alternativas, eso sí, para población un poco más digitalizada. Podemos poner como ejemplo la iniciativa VIVe de Hyundai.
En 2019, la marca anunció para España un servicio de coches compartidos para el mundo rural, que podía sufragarse con presupuesto municipal o pago por uso. Hyundai pondría el coche y el punto de recarga, así como el mantenimiento, pero el consistorio de turno tendría que mantener el coche limpio. No fue una simple maniobra de márquetin, podemos ver en el mapa que unas cuantas poblaciones de la España vaciada se han animado a solicitarlo: Campisábalos, Flix, La Escala, Estellencs, San Pedro, San Bartolomé de la Torre, Otura, etc.
En las áreas urbanas ya se ha demostrado la viabilidad de este modelo -que no su rentabilidad-, el cual suprime la necesidad de un coche por usuario, se ahorran emisiones, espacio de aparcamiento… y aumenta el factor de utilización de los vehículos. En otras palabras, el coste se reparte entre más gente. Sin embargo, cuando hablamos de población mayor, el salto de la teoría a la práctica no es simple. Y tampoco es un sistema para todo el mundo.
Necesitarán más puntos de recarga y más vehículos asequibles
Hay que tener en cuenta, no obstante, que también se irán presentando más oportunidades según se vayan renovando flotas de vehículos eléctricos en zonas urbanas, que hay más en el mercado de usados para elegir, sin necesidad de ceñirse a utilitarios con autonomía escasa para uso interurbano, ni con kilometraje excesivo ni baterías muy degradadas. La España rural irá a otra velocidad, pero se acabará moviendo.
No solo eso, aquellos negocios de hostelería que apuesten por la recarga en destino, que facilita a los usuarios de vehículos eléctricos visitarles, pueden ir atrayendo a una clientela que valora mucho tener dónde enchufar sus coches. Va creciendo en número un tipo de turista que viaja con coche eléctrico y quiere recargar mientras disfruta de la comida, de una visita o una pernocta.
Si el Gobierno no se ocupa de esto por su cuenta, tendrán que hacerlo las Comunidades Autónomas, las diputaciones, o los ayuntamientos de la España vaciada. Pero alguien tendrá que hacerlo, si todo se deja en manos del sector privado, si no hay números favorables, todo irá más despacio.
Fotografía de cabecera: Juanje Orio (Flickr)